22. May 2021
Hay mucho gruñón de la tercera edad por el mundo. Cada día encuentran un nuevo motivo para quejarse, sobre todo de los jóvenes, que no hacen más que pavonearse y hablar sin sentido. Pero los fontaneros son, de lejos, el grupo de personas que más se quejan que conozco, sobre todo si les preguntas cuál es su plan para 2025. La respuesta provoca la misma respuesta destemplada: «¡Jubilarme!».
¿El motivo? Los requisitos de la nueva legislación ambiental. Por ejemplo, como parte del conjunto de iniciativas para alcanzar la neutralidad de las emisiones de carbono antes de 2050, el Gobierno británico ha establecido la eliminación progresiva de las instalaciones de nuevas calderas de gas hasta ese año. No será necesario sustituir las calderas de gas o gasoil existentes, pero si no se pudieran reparar, deberá utilizarse un sistema de calefacción de bajas emisiones de carbono o un dispositivo adaptable que permita utilizar un combustible limpio. Aunque muchos de los fontaneros con los que ha hablado ya están planificando y adelantándose a lo que traerá el futuro, no son demasiados los que ven el 2025 como una oportunidad. Y lo que es más, en el mercado no está nada clara cuál es la solución.
La bomba de calor
Para muchos, la bomba de calor es la elección natural y ya se están instalando muchas junto con la caldera tradicional. Pero los desafíos de la bomba de calor siguen ahí: espacio, ruido y coste, por citar solo tres. Sin embargo, el problema principal que presentan es que no pueden alcanzar el umbral de 60 oC necesario para eliminar la legionela del depósito de agua caliente. Y aquí es donde la caldera convencional complementa actualmente a la bomba de calor: puede añadir los 10 oC adicionales necesarios al depósito. De manera que combinar la bomba de calor con una caldera es una alternativa potente y segura, pero esta configuración requiere un buen sistema de control y lógica para beneficiarse plenamente de la bomba de calor como fuente de calor primaria.
La caldera eléctrica
Desafortunadamente, en muchos casos y en particular en las reformas, la solución con bomba de calor puede no ser viable, por sus requisitos de espacio y coste prohibitivos. La caldera eléctrica es sin duda la alternativa más clara. Su instalación es más económica, es más silenciosa, no requiere conexión ni conductos de salida de gas y tiene una eficiencia energética del 99%. Aunque todo esto parece muy positivo, si se profundiza un poco más se ve que algunas cifras no cuadran.
Los costes por kilovatio-hora del gas y la electricidad son muy diferentes. El gas tiene un coste medio de £0,038/kWh, mientras que la electricidad ronda las £0,144/kWh. Se trata de una gran diferencia. Por supuesto, el gas genera más emisiones de carbono, mientras que la electricidad puede llegar a producirse completamente de fuentes renovables. Las calderas de gas que tienen más de 25 años suelen ser un 60% menos eficientes. Aunque las nuevas calderas tienen una eficiencia del 92-94%, este valor puede bajar hasta el 25% si no se instalan correctamente. La clave es establecer la temperatura de la caldera a 65 oC o menos, pero he visto a muchos fontaneros subir el nivel hasta 75 oC o más.
El siguiente problema, desde el punto de vista de nuestros fontaneros gruñones, es que, para determinar el volumen correcto de la caldera en una vivienda, aprendieron que debían calcular 1,5 kW por cada radiador más 3 kW para el cilindro de agua. Una vivienda moderna de cuatro dormitorios tendrá unos diez radiadores, de manera que la caldera sería de 18 kW. Vamos a desglosar esta cifra un poco. Con un suministro de 230 V hablaríamos de 78 A. En la mayoría de los inmuebles del Reino Unido solo hay fusibles de 63 A o 100 A de una fase. La realidad es que el suministro eléctrico de la vivienda debería aumentarse a tres fases y sería necesario instalar cables adicionales hasta la caldera, algo que no es viable para todo el mundo.
Los costes de funcionamiento de una caldera de 18 kW, si se utiliza dos horas cada mañana y dos horas cada tarde con nuestra estimación del coste medio, serían de ¡£311 al mes! Aunque se está hablando de calderas de microondas e hidrógeno, no parece por el momento que estén muy extendidas. También he leído hace poco que algunas de las nuevas calderas eléctricas serán capaces de utilizar un acelerador de la carga eléctrica en función del consumo en la vivienda. Para muchos, sin embargo, la solución seguirá siendo una combinación de renovables, aislamiento y los sistemas existentes.
Conclusión
En la actualidad, las opciones son limitadas. Las calderas eléctricas no pueden sustituir el papel de las calderas de gas existentes. No es de extrañar que los fontaneros estén poco contentos, se les ha encomendado la tarea imposible de dejar de usar una tecnología que conocen y funciona sin ofrecerles a cambio una alternativa, aparentemente, viable. A medida que el panorama se desarrolla en los próximos años, de lo que podemos estar seguros es que, sea cual sea la solución o soluciones, inevitablemente requerirán de algún sistema de inteligencia y control para apoyarlas. De hecho, aunque sigue siendo cara, la opción de la bomba de calor complementada con una caldera parece la alternativa más obvia, y requiere de un excelente sistema de control como KNX para garantizar una buena eficiencia energética.
Simon Buddle, CEng MIET, es consultor en Future Ready Homes y especialista en diseño de sistemas de servicios BMS y ELV.